lunes, 19 de marzo de 2012

Otros ecos


Este espacio para esos ecos que se instauraron en el fondo de mi memoria.
Espero les gusten

La forma de querer... tú 

La forma de querer tú 
es dejarme que te quiera. 
El sí con que te me rindes 
es el silencio. Tus besos 
son ofrecerme los labios 
para que los bese yo. 
Jamás palabras, abrazos, 
me dirán que tú existías, 
que me quisiste: Jamás. 
Me lo dicen hojas blancas, 
mapas, augurios, teléfonos; 
tú, no. 
Y estoy abrazado a ti 
sin preguntarte, de miedo 
a que no sea verdad 
que tú vives y me quieres. 
Y estoy abrazado a ti 
sin mirar y sin tocarte. 
No vaya a ser que descubra 
con preguntas, con caricias, 
esa soledad inmensa 
de quererte sólo yo.



El jardín de los senderos que se bifurcan

"No creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma".

Jorge Luís Borges, (1941)





Flor y Cronopio
Por: Julio Cortázar

Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
La flor piensa: «Es como una flor.»



Ofertorio
                                                                       Piedad Bonett


Como un regalo acepto tu silencio,
con todo lo que contiene su rigor de roca.
Con todas las preguntas que caben en su círculo,
su arañazo, su lágrimay su vientre
de tambor que golpeo
y donde sólo el golpe me responde.
Como algo que es,
que no puede no se
racepto tu silencio.
Con todo lo que tiene de respuesta,
de grito figurado, de impotencia,
de palabras cosidas con largos hilos falsos.

Porque todo
lo que un hombre quiere soñar cabe en el puño
cerrado del silencio.

Te ofrezco a cambio
todo el silencio que tu oído pide,
que tu corazón pide,
y de puntillas
salgo de ti.
(Yo, que siempre he creído en las palabras)



Rayuela
                                        (capitulo 93)

Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés
como yo no te quiero.

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